Tras el fracaso de la Constitución Liberal de 1828, había que solucionar definitivamente la difícil contingencia y hubo que conciliar los diversos puntos de vista. La propuesta de Mariano Egaña, tildada de autoritarismo encubierto, se transformó en el cuerpo fundamental de la nueva constitución bajo la mirada atenta de Diego Portales. Esta carta fundamental permaneció vigente hasta 1925.