Esta carta fundamental marca el inicio del presidencialismo en Chile. Iniciado el siglo XX, el sistema político chileno entró en crisis. El surgimiento de importantes movimientos sociales cuestionó el manejo oligárquico del Estado, demandando profundas reformas que se materializaron en una nueva Constitución política que fijó un régimen representativo, de carácter presidencial y con una separación estricta de poderes. Se consagra el sufragio universal.